Pocas cosas debe haber que sean peores que un trastorno de la alimentación. La cantidad de problemas que eso genera en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida es tremenda y puede ocasionar un empeoramiento de nuestra salud. Desde luego, ese es un asunto que debemos abordar tanto personalmente (si padecemos algún problema de este estilo) y desde el punto de vista social. Y es que, por desgracia, asuntos como de los que estamos hablando se han convertido en habituales en la sociedad en la que nos movemos. No nos gusta ni un pelo que así sea.
Los dos trastornos de la alimentación más conocidos son los que tienen que ver con la anorexia y la bulimia. Por desgracia, estamos hablando de dos de los problemas más comunes del siglo XXI, dos problemas que han calado hondo en la sociedad moderna por culpa de la absurda necesidad de la gente de que su cuerpo se corresponda con lo que la sociedad demanda: cinturas estrechas, delgadez… La verdad es que la apuesta «por la imagen» que caracteriza a la actualidad no ha sido precisamente la mejor de las aliadas en este sentido… y no lo va a ser nunca.
En una noticia que vio la luz en la página web de La Vanguardia se comentaba cuál era la cifra de personas que sufren algún trastorno de alimentación. En total, son más de 400.000 personas las que se encuentran en esta situación en el interior de nuestras fronteras. Es una cifra demasiado grande y que deja claro que estamos hablando de asuntos que deben ser importantes para la sociedad y que bien merecen que se pongan los medios idóneos para erradicarlos. La bulimia y la anorexia son, con diferencia, los problemas que más aparecen de entre todos los que componen esos trastornos alimentarios.
Además, la pandemia no ha sido una aliada en lo que tiene que ver con este tema ni mucho menos. Eso es lo que apunta una noticia que vio la luz en la página web de El País. Y es que la pandemia ha agudizado los trastornos de la conducta alimentaria. Todas las personas que se ponen en manos de profesionales para solucionar estos asuntos llegan ahora con más problemas que las que llegaban antes de que el coronavirus hiciera acto de aparición en nuestro país allá por el mes de marzo de 2020.
La vida está repleta de altibajos y, cuando llegan los momentos duros, normalmente podemos padecer algún problema que tenga que ver con nuestra alimentación. La bulimia y la anorexia son los dos más habituales y los que más consecuencias pueden tener para nuestro organismo. Desde Psiquiatra Dr. Hernández nos han indicado que estos dos asuntos condicionan la vida de mucha gente y que no es solamente un conjunto de personas jóvenes la que la sufren, sino que se trata de problemas generales y que también afectan a gente de avanzada edad. No podemos permitir que más vidas estén marcadas y caracterizadas por problemas de este tipo.
La muerte es una posibilidad
Cuando se sufre bulimia o anorexia, siempre se suele asumir que los problemas alimentarios van a provocar una pérdida de salud, pero nunca se suele pensar en la muerte como una consecuencia directa de esto. Sin embargo, la realidad muestra que no tiene por qué ser así. Hay gente que ha terminado perdiendo la vida por culpa de esto y que, por tanto, necesita la mejor de las ayudas para salir del atolladero. Si no obtiene esa ayuda, ojo, puede terminar perdiendo la vida. No sería el primer caso y, por desgracia, tampoco será el último.
Lo peor de todo es que, salvo contadas ocasiones, las instituciones públicas no han puesto los medios idóneos para prevenir problemas como de los que estamos hablando. La resolución de estos problemas ha venido ligada al sector privado, al trabajo de profesionales del sector de la psiquiatría principalmente. Así va a seguir siendo de cara a los próximos años en vistas de que los políticos siguen olvidándose de un tema que debería tener también más repercusión en los medios de comunicación y en las tan masivas redes sociales.
Una sociedad será mucho mejor si le ponemos coto a cualquier enfermedad. Y en eso estamos con problemas como la bulimia o la anorexia. La responsabilidad de la sociedad en la resolución de este tipo de situaciones es muy grande y todos y todas deberíamos ser capaces primero de prevenir estos asuntos para después ponernos en manos de los mejores profesionales de la salud mental para intentar erradicarlos. Si no es así, veremos cómo las cifras crecen. Y esa no será la mejor de las noticias para nosotros… ni para nadie.