Hace un año, mi pareja y yo nos encontrábamos en una profunda crisis que parecía insalvable. La comunicación se había deteriorado y el cariño que una vez compartimos parecía un recuerdo lejano y si a eso le sumamos que peleábamos por todo, desde las tareas domésticas hasta decisiones importantes, pues la verdad es que el futuro era bastante negro. Además, la tensión era constante y ambos nos sentíamos atrapados en una espiral de negatividad y resentimiento.
Un día, después de una discusión particularmente intensa, decidimos que necesitábamos ayuda externa si queríamos salvar nuestra relación. Fue entonces cuando propuse la idea de ir a un psicólogo de pareja. Al principio, ambos estábamos reacios y es que aceptar que necesitábamos terapia significaba admitir que no podíamos resolver nuestros problemas por nosotros mismos, y eso hería nuestro orgullo. Sin embargo, la alternativa era separarnos, algo que ninguno de los dos realmente deseaba.
El primer paso fue buscar a un terapeuta especializado en relaciones de pareja. En este sentido, después de algunas recomendaciones y una breve investigación, encontramos a la Dra. María Solana, de Haya Psicólogos, una psicóloga con buena reputación y experiencia en crisis matrimoniales. Al principio, nuestras sesiones eran incómodas, puesto que nos costaba abrirnos y compartir nuestros sentimientos más profundos frente a un extraño, pero la Dra. Solana creó un ambiente seguro y sin juicios donde ambos podíamos expresarnos libremente.
La primera tarea que nos propuso fue aprender a escuchar y es que, en las sesiones iniciales, nos dimos cuenta de que gran parte de nuestros problemas derivaban de malentendidos y suposiciones. Estábamos tan concentrados en defendernos y en tener la razón que habíamos dejado de escuchar realmente al otro. La Dra. María nos enseñó técnicas de comunicación efectiva, como el uso de ‘yo siento’ en lugar de ‘tú haces’, lo que nos ayudó a expresar nuestras emociones sin culparnos mutuamente.
Otro aspecto crucial fue aprender a empatizar y, para ello, a través de ejercicios y role-playing, comenzamos a ver las situaciones desde la perspectiva del otro. Este cambio de enfoque nos permitió comprender mejor las motivaciones y temores de cada uno, lo que a su vez disminuyó las fricciones y nos hizo más comprensivos.
La terapia también nos ayudó a redescubrir nuestras fortalezas como pareja y, para ello, la Dra. Solana nos animó a recordar los momentos felices y a enfocarnos en lo que nos había unido inicialmente. Estos recuerdos compartidos nos dieron una base sólida sobre la cual reconstruir nuestra relación y nos dimos cuenta de que, a pesar de las dificultades, todavía había amor y respeto entre nosotros.
Con el tiempo, comenzamos a notar cambios positivos en nuestra relación, mientras que las discusiones disminuyeron y, cuando surgían conflictos, éramos capaces de manejarlos de manera más constructiva. Aprendimos a tomarnos un tiempo antes de responder en lugar de reaccionar impulsivamente y las pequeñas muestras de afecto regresaron a nuestra vida cotidiana y empezamos a disfrutar nuevamente de la compañía del otro.
Uno de los aspectos más valiosos de la terapia fue el desarrollo de una mayor autoconciencia, puesto que aprendimos a identificar nuestras propias inseguridades y cómo estas influían en nuestras interacciones. Este autoconocimiento nos permitió trabajar en nosotros mismos, mejorando no solo nuestra relación, sino también nuestro bienestar individual. Además, mirando hacia atrás, estoy increíblemente agradecido por haber tomado la decisión de ir al psicólogo, ya que la terapia no solo salvó nuestra relación, sino que también nos enseñó habilidades valiosas que seguiremos utilizando a lo largo de nuestras vidas. La experiencia nos fortaleció como pareja y nos equipó con las herramientas necesarias para enfrentar futuros desafíos juntos.
Hoy, puedo decir con confianza que somos mucho más fuertes e inmensamente más felices y que la terapia de pareja no fue un gasto más, sino que fue una inversión en nuestro amor y en nuestra felicidad futura. Nos enseñó que, con esfuerzo y compromiso, es posible superar incluso las crisis más profundas y salir más unidos que nunca.
¿Cuándo se debe acudir a terapia de pareja?
Acudir a terapia de pareja puede ser beneficioso en diversas situaciones, no solo cuando la relación está en crisis. En este sentido, algunas de las circunstancias más comunes por las cuales se acude a este tipo de terapia son:
- Problemas de comunicación. Si las discusiones son frecuentes y no logran resolverse de manera constructiva, la terapia puede enseñarles técnicas para mejorar la comunicación. Esto incluye aprender a escuchar activamente y expresar los sentimientos de manera clara y sin acusaciones.
- Pérdida de la intimidad. Cuando la conexión emocional o física se ha deteriorado, la terapia puede ayudar a identificar las causas subyacentes y trabajar en la reconstrucción de la intimidad.
- La infidelidad puede ser devastadora para una relación. La terapia de pareja puede proporcionar un espacio seguro para discutir el impacto de la traición, comprender las razones detrás de ella y decidir si y cómo seguir adelante juntos.
- Problemas de confianza. La falta de confianza puede erosionar lentamente una relación. Un terapeuta puede ayudar a identificar la raíz de la desconfianza y trabajar en estrategias para reconstruirla.
- Conflictos recurrentes. Si las mismas peleas y problemas resurgen una y otra vez sin solución, la intervención de un terapeuta puede ayudar a abordar los problemas subyacentes y romper el ciclo.
- Problemas financieros. Las diferencias en la gestión del dinero y las preocupaciones financieras son una fuente común de estrés en las relaciones. La terapia puede proporcionar un espacio para discutir estos problemas y encontrar soluciones que funcionen para ambos.